La utilización de la grasa sobrepasante es una estrategia alimenticia para disminuir estos problemas. La grasa sobrepasante elaborada con fuentes ricas en ácidos grasos poliinsaturados, permitirá la incorporación de ácidos grasos esenciales, los cuales aportan efectos energéticos no caloricos, beneficiosos, de gran importancia para la producción de leche, la reproducción y hasta efectos nutracéuticos que podrían ayudar a mejorar la salud humana.
Cuando se utiliza una fuente de grasa, no protegida o no sobrepasante, con altos niveles de AG poli-insaturados, la mayoría se pierde debido a la biohidrogenación, lo que es particularmente importante en el caso de los AG ω-6 y ω-3, los cuales son considerados esenciales desde el punto de vista dietético, con funciones hormonales, metabólicas, inmunológicas y reproductivas. A este tipo de grasas susceptibles a interactuar en el rumen, se les conoce como grasas activas y su utilización es limitada. Nuevas tecnologías han generado grasas modificadas químicamente, que permiten su utilización en mayores niveles y con una menor interacción a nivel ruminal, reduciendo los efectos deletéreos de los lípidos sobre la actividad del rumen. Este tipo de grasas son conocidas como “grasas sobrepasantes”, grasas inertes, by-pass, o grasas protegidas. Al respecto, Jenkins (2004) define las grasas inertes como aquellas que han sido diseñadas específicamente para tener muy poco, o ningún efecto negativo sobre la digestibilidad de los alimentos en rumiantes. A menudo, las grasas sobrepasantes son sales de calcio carboxiladas (jabones cálcicos), ácidos grasos saturados o grasas hidrogenadas.
La utilización de los jabones cálcicos permite la incorporación de un mayor nivel de ácidos grasos insaturados en la dieta de rumiantes. Esto es particularmente importante en el caso de los ácidos grasos esenciales (ω-6 y ω- 3), los cuales no solo aportan un efecto energético per se, sino que pueden tener efectos específicos sobre el metabolismo de tejidos y órganos (Staples et al., 1998).
La suplementación con grasa sobrepasante con altos niveles de AGPI, debería iniciarse con suficiente antelación al parto, para favorecer las reservas energéticas del animal (condición corporal) y mantenerse durante el postparto temprano, de manera de disminuir los efectos negativos que tiene el BEN sobre la producción y reproducción en los rumiantes. Díaz et al. (2009) recomiendan que la suplementación con este tipo de grasa, debería iniciarse entre 21 a 40 dias previos al parto, en dosis que van entre 100 y 400 g/vaca/d, según se suplemente vacas en sistemas de cría o de doble propósito y lechería especializada, respectivamente.
El tiempo que se mantendrá dicha suplementación durante el postparto, varía según las condiciones de la explotación, la dieta basal, el nivel de producción, tipo de animal, etc., pero en general se recomienda mantenerla durante 90 d luego del parto, período durante el cual los requerimientos de las vacas son más elevados, debido a que alcanzan el punto máximo de producción de leche (Hernández et al., 2010).
En un ensayo realizado con vacas multíparas Carora, las cuales fueron suplementadas con 400 g/ d de grasa sobrepasante con altos niveles de AGPI, se evaluó la producción de leche durante 6 meses, obteniendo aproximadamente 20% mayor producción por día y por lactancia, en las vacas suplementadas, comparadas con las vacas del grupo control (Cuadro 2).
Aunque la grasa sobrepasante no es la solución a todos los problemas de nuestras explotaciones bovinas, sin duda, es un recurso alimenticio de gran potencial, que al contener altos niveles de ácidos grasos poliinsaturados permite la incorporación de los efectos benéficos que los ácidos grasos esenciales, ω-6 y ω-3, pueden tener sobre la actividad reproductiva y productiva de nuestros rebaños y al mismo tiempo generando carne y leche de mejor calidad nutricional.